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Hígado graso: cómo se forma, riesgos y cómo sanarlo de forma natural

por | Abr 24, 2025 | 0 Comentarios

¿Qué es el hígado graso y cómo se forma?

El hígado graso, conocido médicamente como esteatosis hepática, es una condición en la cual se acumula un exceso de grasa (triglicéridos) en las células hepáticas (hepatocitos). En condiciones normales, el hígado contiene una pequeña cantidad de grasa, pero cuando esta sobrepasa el 5-10% del peso total del órgano, se considera patológica.

Este proceso ocurre principalmente por un desequilibrio entre la captación, síntesis y oxidación de ácidos grasos en el hígado. Cuando el hígado recibe o produce más grasa de la que puede procesar o eliminar, esta se acumula en las células hepáticas, dando lugar a la esteatosis.

Tipos de hígado graso

  1. Hígado graso no alcohólico (EHGNA o NAFLD):
    Este tipo no está relacionado con el consumo excesivo de alcohol. Es el más común a nivel mundial y está estrechamente ligado al síndrome metabólico, el cual incluye:
  • Obesidad abdominal (acumulación de grasa visceral).
  • Resistencia a la insulina (prediabetes o diabetes tipo 2).
  • Dislipidemia (niveles elevados de triglicéridos y colesterol LDL).
  • Hipertensión arterial.

Este subtipo puede progresar a esteatohepatitis no alcohólica (EHNA o NASH), caracterizada por inflamación hepática y daño celular, que puede llevar a fibrosis (cicatrización), cirrosis y cáncer hepatocelular.

  1. Hígado graso alcohólico (AFLD):
    Provocado por el consumo excesivo y prolongado de alcohol. El etanol es metabolizado en el hígado, generando compuestos tóxicos como acetaldehído y radicales libres, que provocan daño celular, inflamación y acumulación de grasa.

Factores como la genética, el sexo (las mujeres son más susceptibles) y la dieta pueden modificar la susceptibilidad al daño hepático por alcohol.

¿Qué sucede si mantenemos un hígado graso?

El hígado graso simple (sin inflamación) puede ser asintomático durante años, pero si no se corrige la causa subyacente, puede evolucionar hacia formas más graves:

  1. Esteatohepatitis (NASH en no alcohólicos o hepatitis alcohólica en bebedores):
    Aquí, además de grasa, hay inflamación y daño en los hepatocitos.
  2. Fibrosis hepática:
    Respuesta del hígado a la inflamación, generando tejido cicatricial que interfiere con la función hepática.
  3. Cirrosis hepática:
    Cicatrización severa que altera la arquitectura hepática e impide el flujo sanguíneo normal. Puede derivar en insuficiencia hepática, hipertensión portal, ascitis, encefalopatía hepática y várices esofágicas.
  4. Carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado):
    El riesgo de desarrollar cáncer aumenta en hígados cirróticos, ya sea de origen alcohólico o no alcohólico.
  5. Complicaciones sistémicas:
    El hígado graso no es una enfermedad aislada, sino que forma parte de un estado metabólico alterado que aumenta el riesgo cardiovascular (infarto de miocardio, accidentes cerebrovasculares), diabetes tipo 2 y enfermedad renal crónica.

Alimentación para mejorar la salud hepática

La alimentación es la piedra angular del tratamiento. El objetivo principal es reducir la grasa hepática, mejorar la sensibilidad a la insulina y disminuir la inflamación.

Nutrientes y patrones dietéticos recomendados

  • Frutas y verduras: Aportan antioxidantes, fibra y fitonutrientes.
  • Granos integrales: Avena, quinoa, arroz integral, cebada; ricos en fibra, ayudan a controlar la glucosa y los lípidos.
  • Proteínas magras: Pollo sin piel, pescado, claras de huevo, legumbres.
  • Grasas saludables: Aceite de oliva extra virgen, aguacate, nueces, semillas, pescados grasos (salmón, sardina).

Un modelo alimenticio ideal es la dieta mediterránea, rica en alimentos naturales, grasas saludables y antioxidantes, que ha demostrado reducir la grasa hepática y mejorar el perfil metabólico.

Alimentos y hábitos a evitar

  • Azúcares añadidos: Evitar refrescos, jugos industrializados, dulces, productos con jarabe de maíz alto en fructosa.
  • Carbohidratos refinados: Pan blanco, arroz blanco, pastas regulares, bollería.
  • Grasas saturadas y trans: Frituras, embutidos, carnes procesadas, productos ultraprocesados.
  • Alcohol: Incluso pequeñas cantidades pueden empeorar la esteatosis.
  • Comer en exceso: La sobrealimentación, incluso con alimentos saludables, puede agravar la condición.

Suplementos y remedios naturales

Aunque ningún suplemento sustituye a la dieta y el ejercicio, algunos pueden actuar como coadyuvantes en la recuperación del hígado:

  • Cardo mariano (silimarina): Antioxidante y hepatoprotector, reduce la inflamación hepática.
  • Cúrcuma (curcumina): Antiinflamatorio natural, mejora los marcadores hepáticos.
  • Berberina: Mejora la sensibilidad a la insulina, reduce grasa hepática y colesterol.
  • Omega-3 (EPA y DHA): Disminuyen la inflamación y la grasa hepática.
  • Té verde: Rico en catequinas antioxidantes, puede reducir la grasa hepática.

Importante: Siempre consultar al médico antes de iniciar suplementos, ya que pueden interactuar con medicamentos o tener efectos adversos.

Ejercicio físico: Terapia esencial

La actividad física regular es crucial. El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina, reduce la grasa hepática y promueve la pérdida de peso.

  • Ejercicio aeróbico: Caminar, correr, nadar, montar bicicleta, al menos 150 minutos por semana.
  • Ejercicio de resistencia: Levantamiento de pesas o calistenia, 2-3 veces por semana.

Incluso sin perder peso, el ejercicio reduce directamente la grasa hepática y mejora la función metabólica.

Efectos del alcohol en el hígado

El alcohol es hepatotóxico. Cuando se metaboliza en el hígado, produce acetaldehído y radicales libres que lesionan las células hepáticas.

  • El consumo excesivo provoca hepatitis alcohólica y puede progresar a cirrosis.
  • En hígado graso no alcohólico, el alcohol empeora la condición y puede acelerar la progresión hacia inflamación y fibrosis.
  • No existe una cantidad “segura” de alcohol en presencia de hígado graso: la abstinencia es la mejor opción.

Seguimiento médico

  • Diagnóstico: Se basa en análisis de sangre (enzimas hepáticas) y ecografía hepática. En casos avanzados, se puede requerir elastografía o biopsia hepática.
  • Monitoreo: Evaluación periódica de función hepática, estado metabólico y progresión o regresión de la enfermedad.
  • Tratamiento médico: Incluye manejo de comorbilidades (diabetes, dislipidemia, hipertensión) y en casos avanzados, intervención de especialistas.

Conclusiones

El hígado graso es una enfermedad silenciosa que, si no se controla, puede progresar hacia formas graves como cirrosis o cáncer hepático. Sin embargo, en las etapas iniciales es reversible con cambios en el estilo de vida.

Adoptar una alimentación balanceada, rica en alimentos naturales y baja en azúcares y grasas saturadas, junto con ejercicio físico regular, son las herramientas más eficaces para sanar el hígado. Los suplementos como el cardo mariano, la cúrcuma y los omega-3 pueden actuar como aliados, pero siempre deben ser supervisados por un médico.

El alcohol debe ser eliminado completamente en personas con hígado graso, ya que agrava la condición. Además, es fundamental realizar controles médicos periódicos para monitorear la evolución y prevenir complicaciones.

Con compromiso y disciplina, es posible sanar el hígado y mejorar la calidad de vida de forma integral.

Video de Frank Suarez sobre el Hígado Graso

Escrito por VidaSalud

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